Siempre es un placer hablar de lo que a una la apasiona en la vida, poder compartirlo y, quizá, incluso conquistar adeptos para un arte en serio peligro de desaparición. Por ello, agradeceré siempre cualquier oportunidad y la aprovecharé para transmitir, de la mejor manera posible, el amor que siento por esta ancestral disciplina del slow art, que es la elaboración de tapices narrativos.
Tanto el miércoles pasado, en la Biblioteca Central de Santander, en el marco de la exposición „Quijotes del arte, la capacidad de su mirada“, organizado por la asociación AMIRES, como el domingo en una conversación grabada con Jon Palomar y Sandra, lo he disfrutado y creo que es algo que siempre disfrutaré.
fotografía de Agustín Arriola, tomada durante la conferencia en la Biblioteca Central de Cantabria, Santander.
Sea cual sea el formato, siento enorme gratitud hacia las y los ‚brindadores de oportunidades‘ y la gente que se acerca con el oído abierto y curiosidad, para saber y entender mejor qué se esconde y qué pretendemos atrapar entre los hilos de los tapices, más allá de tiempo, paciencia y historia.