ARCA 2011 – Día 2.1

Sábado, día „fuerte“, programa de mañana, tarde y noche. „Tête de Pioche“ de Francia, que no llegué a ver, con „Fragments de vie“, en la Compasión, con cuatro pases a lo largo de todo el día. Me quedé en la plaza. Ví HULAN, de Mongolia, con ZUND, una creación combinada de circo, música y danza.

A las dos menos cuarto. Hacía un sol de justicia, de estos que te hacen sentir mareada. En medio de la plaza, podría haber sido HIGHNOON… Total, digo yo, si estas mujeres en sus apretados trajes tradicionales aguantan con una sonrisa en la boca, yo también. Y así lo hice.

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Música, baile, y canto. Recordaba un poco a estos espectáculos que se ofrecen en Festivales de Otras Culturas, o en los programas culturales  en ferias de promoción turísitca. Por  lo menos hasta que apareció la contorsionista, que le dió un toque más circense y a mí una sensación de propia torpeza y rigidez y un poquitín de grima al imaginarme el esfuerzo de músculos, tendones, esqueleto y respiración…. Todo, sin perder ni un segundo siquiera la sonrisa. Absolutamente profesional.

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Levantarse despacio, parece que todos los miembros obedecen a las órdenes de un cerebro atontado por el sol radiante, pero aunque sin floritura, sí me llevan al coche. Casa, comida rápida y sencilla, lo justo para aguantar hasta la noche y llegar a tiempo a la plaza otra vez para la programación de la trade. Estos  pequeños momentos de  estrés „festivalero“ tienen su aquél.

Chez Leandre, es el espectáculo que abre programa en la plaza. Hace dos o tres años, creo que en la edición de 2009, la mejor para mi gusto, había visto a Leandre, este maravilloso clown de orígen catalán, por primera vez. En aquella ocasión con dos compañeros, Leandre & Cia. La Tal,  en un espectáculo tragicómico sobre la sdesaparición de los cómicos del imaginario colectivo, como decía el programa, que se titulaba  „Démodés“. Ya me  gustó entonces, pero esta vez me ha dejado tocada en el buen sentido de la palabra.

Todos los espectáculos tienen sus momentos de autenticidad con el público: el primero durante, el segundo nada más salir, el tercero al día después y el cuarto al año, a los dos o tres…..  Es como una borrachera, vas sumando un traguito tras otor, sales embriagada del bar con esta particular sensación de levedad y visión distorsionada. Hasta aquí el resultado es el mismo, con ginebra barata o auténtico ron añejo.  Pero cuando al día siguiente te levantas, bien con resaca o bien con un buen recuerdo de la noche anterior, entonces ya no es lo mismo. Y si encima después de unos años te acuerdas de la gran borrachera que te pillaste sin que te vuelve a doler la cabeza tan sólo recordándo aquél día, entonces es cuando ya no podrás negar que hay calidades y calidades …… y gustos también.

En fin, „Chez Leandre“ ha sido para mí una borrachera de champán, elegante, estimulante, refrescante, con sus burbujitas de alegría, optimismo, felicidad, ternura, poesía, miradas, complicidad, explotando como fuegos artificiales: efímeros pero capaces de dibujar una poderosa imágen en la memoria capaz de sobrevivir años…..

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Con extrema delicadeza y sensibilidad ha sido capaz de envolver al público en su espectáculo y sacar a algún que otro voluntario parecía una cosa natural, lógica dentro del desarrollo del hilo narrador, y esta naturalidad se transmitía a los elegidos y se convirtió en complicidad. El fino arte de hacernos reír riendonos solidariamente  y no de la desgracia de los demás. Pocas veces me ha convencido tanto esta interacción entre público y artista.

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Queda por contar, mañana sigo.

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