berlin _ 287

In einer neuen Stadt, in einem anderen Land, wird selbst der Einkauf im Supermarkt manchmal zu einer Entdeckungsreise. Am Freitag habe ich mich durch die Regale gearbeitet und dem breiten Angebot einige interessant erscheinende Proben entnommen, die in den kommenden Tagen einer ausführlichen Begutachtung auf der Familienteststrecke unterzogen werden.

Es sei schon einmal gesagt: Die Rotsternschokolade zerschmilzt nicht mit der lindtschen Weichheit auf der Zunge, ist aber durchaus schmackhaft und, naja, ist eben Rotstern. Die Wikana-Kekse haben die Prüfung bestaden, und es will schon was heissen, wenn es jemand sagt, der 10 Jahre in Aguilar de Campoo gelebt hat. Auszuprobieren bleibt noch ihre Verwendung für eine Kalte Schnauze, das kommt übernächstes Wochenende.

Aus dem russischen Regal bleiben die Sonnenblumenkernstangen noch zu probieren. Ich habe lange überegt, ob ich eine Kilo-Dose Mohnkuchenfüllung mit Rosinen und konfitierten Früchten kaufen sollte, oder diese Häppchen. Da kam ein russischer Herr und nahm sich so entschieden gleich drei Packungen aus dem Regal, dass ich ihn gefragt habe, und er hat so geschwärmt, dass ich mich habe überzeugen lassen. Morgen weiss ich mehr. Spannend!!!!

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Con una nueva ciudad, en otro país, hasta la compra en el supermercado se puede convertir en una gesta de exploraciones y descubrimientos. El viernes me he dedicado a investigar en las estanterías y he podido sacar de la amplia oferta algunas pruebas que me antojan interesantes como para someterlas a nuestra „pista de pruebas“ familiar.

Lo que ya podemos afirmar es que, aunque no se derrite tan suavemente como otras marcas de chocolate, el sabor de la „Estrella Roja“ nos ha agradado. Lo mismo pasa con las galletas Wikana, y que lo diga gente que ha vivido 10 años en Aguilar de Campoo, es mucho decir, y vale el doble. Nos queda por seguir la recomendación del fabricante y utilizarlos de ingredientes para un „Kalte Schnauze“. Dentro de dos fines de semana sabremos más.

De la estantería de productos rusos me queda por probar las barritas de pipas de girasol. Estaba dudando entre comprar esos o una lata de kilo de una pasta e semillas de amapola con pasas y fruta confitada para repostería. Y en eso de intentar descifrar algo de lo que venía en el envase para hacerme una idea aproximada de lo que se debería hacer con el contenido, venía un señor de origen ruso y cogió sin vacilar tres paquetes de barritas. Como le veía tan  decidido, le pregunté y como me contó tan entusiasmado lo mucho que le gustan, seguí su recomendación. Mañana lo comprobaré. Toda una aventura. EL que no disfruta con estos pequeños hallazgos es porque no quiere. 😉

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