Parece la metáfora de la felicidad absoluta: esa chiquilla, ese chico, que mira a sus padres, sus padres le entienden, hablan con la dependienta o con el dependiente, meten los zapatos viejos en la caja de los nuevos, pagan, salen a la calle ….. y la sonrisa que se dibuja en la pequeña cara no tiene precio.
Quitando la edad y las proporciones, así me siento yo. En mis más de veinte años de vida profesional es la primera vez que puedo trabajar un boceto para un tapiz en una pared, en vertical, con espacio para tomar, de vez en cuando, la distancia necesaria, con espacio para coger una silla y sentarte delante, presentir el efecto que el tapiz puede llegar a tener sobre cualquier persona que se acerceque a contemplarlo.
Un lujazo, saboreo cada instante, como un vaso de cava (quien me conoce sabe que eso es mucho decir), traguito a traguito, sin pausas…. conteniendo la sed hasta olvidarme de ella…
Poco a poco aparecen los elementos entretejidos, fuerzas, poderes, recuerdos, sueños, utopias …….
Por cierto, espero que os resulte interesante este diario. Pero que sepáis que hay mas de una silla en la sala. Como mejor se ve una obra de arte es contemplarla en directo; como mejor se siente una obra de arte es participando en su gestación. 🙂
Uno de los objetivos del KUKU era y sigue siendo, ahora más que nunca antes en los dos ultimos años, romper el muro invisible que separa al artista en el taller del observador en el museo o en la galería. En fin, si os apetece, cualquier día que está el KUKU abierto, encantada en sentir vuestra compañía.
Impresionante,emocionante,me quedo sin palabras
Un abrazo, Belén. Me alegra saber que estás ahí, aunque sea en „formato virtual“. Cuídate