martes de resaca

Un pequeño vacío y la necesidad de un tiempo de transición para recuperar el ritmo cotidiano tras cuatro días de festival. Ayer terminó la decimosexta edición de ARCA, el „Encuentro Internacional de Artistas Callejeros“, que se celebra cada agosto den Aguilar de Campoo.

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Gracias a todo el equipo por la buena organización que ha hecho que  los cuatro días hayan sido un placer. Creo que es un auténtico lujo que una ciudad como Aguilar de Campoo, además del Festival de Cortometraje que se celebrará este diciembre en su vigésimotercera edición, cuente con un acontecimiento de esta „talla“.

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Foto de Juanjo: „EZRA. Etéreo plomo“

Como todos los festivales, todas las ferias, la concentración de eventos de similares características pero de distintos formatos y contenidos te hace analizar contenidos y formatos, comparar lo que se ve con lo que se vió, definir criterios y discutir conceptos. Está en la naturaleza de estos eventos que el espectador se entrega con una predisposición muy especial a las propuestas artísticas reunidas.

Y esta predisposición influye mucho en cómo uno/una lo vive. Este año me he dado cuenta de ello. Porque este año era diferente, principalmente porque Lea no estaba. Ella colaboraba siempre en ARCA, y con ella toda nuestra familia. De alguna forma se creaba un vínculo más estrecho, a veces rozando la obligación, siempre basado en la implicación y el compromiso.

Pues este año Lea no estaba y este año ARCA ha sido distinto. Pero no sólo por su ausencia, que al fin y al cabo afecta al ámbito familiar sin más. Este año había algunas cosas más que faltaban:

No había jurado, no hay premio al mejor espectáculo. Desconozco los motivos, pero lo cierto es que no hubo.

Tampoco hubo Chilibus, porque no hubo espectáculo en El Chili, a orillas del pantano de Aguilar. Quizá, porque haya habido un cambio de criterio sobre si este espacio está indicado como escenario de espectáculos „callejeros“. Quizá porque resultó complicado o costoso organizar el Chilibus que facilitaba la llegada de los espectadores a este lugar un tanto apartado del centro de Aguilar. Quizá no surgió la colaboración de otros años entre la organización del festival y la gerencia de este lugar. En fin, los últimos años yo había subido alguna noche y no puedo decir que todos los espectáculos que vi ahí me hubieran gustado, pero algún  que otro de ellos me pareció que sí encajó y lució en este ambiente nocturno.

Con las mismas, no hubo espectáculos en otros espacios abiertos de Aguilar, que no fueran la Plaza de España. Ni en el parque infantil, ni en la Isla de San Roque, donde en otras ediciones pudimos ver propuestas artísticas de diversos cortes. A mí  este intento de „invadir“ el „pueblo“ entero con el arte callejero, conquistar nuevos escenarios, me había gustado, y mucho. Y este año lo eché igual de mucho de menos. Me hacía ver, sentir y disfrutar los espacios cotidianos de otra manera, aunque fuera por el tiempo que duraba el espectáculo, y era una forma de apropiarse de ellos que dejaba huella….

Por no haber tampoco hubo esta apertura hacia otras expresiones de arte callejero como el año pasado con los graffiteros, con el rap, el hip-hop. Me da pena, porque creo que sería muy interesante proseguir en esta dirección, buscar nuevas propuestas, incluir nuevas manifestaciones de arte en espacios públicos…..

Ni había foro de debate en la Compasión, aunque sí proyección de dos documentales que no tuve ocasión de ver, pero de los que me comentaron que reslultaron muy interesantes.

Bueno, ya véis que este año se me ha atravesado un poco esta golosina artística. Tengo que reconocer que cuando vi el programa, no había nada que „en frío“ (quiero decir que no frecuento otros festivales, por lo que ARCA me suele pillar sin referencias) me hubiera llamado la atención. Y ciertamente estoy en un momento en el que mi necesidad de producir mi propio arte es tan inmensa, que puede que afecte mi receptividad hacia propuestas ajenas.

Dicho lo dicho, y puntualizando que sólo he visto parte del programa (Gaitzerdi Teatro, del País Vasco, con „UDAMINA“ // Cirq’ulation Locale, de Bélgica, con „Just another Boyband“ // A Tempo Circ, de Cataluña, con „ATEMPO“ //parte de Nacho Villar Producciones, de Murcia, con „Habitus Mundi“ // Les Boustrophédon, de Francia, con „Court – Miracles“), del que parte me gustó mucho y otra no me gustó nada…. dicho lo dicho, lo que sí me ha quedado tras estos cuatro días es la necesidad de definir qué es para mí „Arte Callejero“.

Esta necesidad, en el fondo, la vengo arrastrando del año pasado, lo que pasa es que entonces brotó débil y callada. Este año creció y se ha hecho tan fuerte, que no puedo ignorarla. Máxime al verme ante un programa que da alimento a esta duda que tengo yo conmigo misma y con el concepto del arte callejero.

Para mí, una de las características del arte callejero es su ligereza y flexibilidad, que le dan un aire efímero, quizá hasta de fragilidad, pero también, si están bien plantados, de fuerza y poder. Cada propuesta artística, cada espectáculo se tiene que ganar primero un escenario que no está concebido para serlo: un rincón, una plaza, un portal, un puente, una zona peatonal, un parque, etc.; y un público que está a todo,  pero no está mentalizado para ver arte (una condición que en un festival  evidentemente ya no se da en la misma medida que en el rodaje „corriente“ del espectáculo). Para no hablar de las condiciones climatológicas (lluvia, viento, frío) y ambientales (tráfico, ruido, etc.). Todos ellos obstáculos, o mejor dicho retos, que hacen que una obra se ponga a prueba y gane en fuerza y consistencia. Es un esfuerzo tremendo por parte de los artistas (por ello los admiro tanto), pero también por parte del público de dejarse cautivar por la mágia, por la gracia, por la ternura o por la provocación y abstraerse por unos momentos de todo lo que les ocupa y preocupa. Este encuentro fugaz es para mí la esencia del arte callejero, este momento de dialogo callado o elocuente, divertido o reflexivo, es para mí su razón de ser.

El artista aparece de la nada, se planta, abre el chiringuito, la maleta, el baúl, extiende la alfombra y sin apenas „umbral“ espacial, ni más preámbulos comienza el espectáculo. El espectador se para, lo ve desde la primera fila cómodamente o desde la duodécima de puntillas, por encima de los hombros de los demás y mal, a veces casí lo intuye más que verlo, se queda o se va, sin compromiso „formal“, y cuando termina se recoge y todo vuelve a su estado inicial. Por lo menos aparentemente, pues recuerdo yo aún espectáculos que hace ya años que las ví, cuando paso por determinados rincones de aquí o de allá.

Esta esencia, desde mi punto de vista, se pierde cuando los espectáculos se trasladan a un espacio particular, o se „encierran“ en él, como en ARCA de este año han sido las dos carpas que se montaron en la plaza. No entré, ni intenté hacerme con una invitación. No me interesó. Evidentemente no puedo decir nada acerca de la calidad de los espectáculos, porque no los he visto (salvo el de „Ne me quitte pas, de EL RETRETE DE DORIAN GRAY, que vi en su momento en la Compasión y que me gustó mucho). Pero formalmente me parece casi un „atentado“ contra la calle, contra mí como transeúnte, como paseante. Cansada de tantas carpas institucionales que crecen doquier como setas de la nada, en las que tengo la sensación de ser conducida como una oveja más en el rebaño de curiosos, no tengo ganas de meterme en estos espacios ni para ver arte, al menos no en un festival de arte callejero.

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Lo mismo me pasa con los grandes montajes que también predisponen al espectador, aunque  en otro sentido. Menos mal que no tengo que definir esta fina línea que distingue, por no decir separa,  el arte callejero de producciones teatrales (o artísticas en general) al uso (quiero decir, de sala), ni tengo que hacer programaciones de festivales. Evidentemente  debe haber diversidad de criterios, ahí está la riqueza.

Y aunque ARCA este año me ha pillado un tanto fria, me he ido calentando al fuego de las ganas, la imaginación, el compromiso, la profesionalidad y la entrega de todos los artistas cuyos espectáculos vi.

Así que dejo aquí estas reflexiones mias que me van a dar que pensar en las próximas  semanas. Y vuelvo a dar las gracias a todos que han hecho posible que  ARCA existe.

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2 Antworten zu martes de resaca

  1. Jorge Sanz sagt:

    Querida Andrea, me gustan mucho tus reflexiones y me gustaría hablarlas tranquilamente. Te adjunto una serie de de pequeñas valoraciones, tb decirte que las artes cirquenses forman parte de la calle, y unas veces pueden estar al aire libre o en espacios singulares (carpas, espacios no usuales, como ha sido la actuación para una sola persona dentro de un armario en la compasión,…). Hay que tener en cuenta que las artes de calle no significan que tengan que realizarse exclusivamente al aire libre, el concepto real es buscar esos espacios que no son los convencionales (teatros, auditorium, ….). Yo sabía que este año había una apuesta diferente y que no a todo el mundo iba a gustar, pero un festival se hace para incorporar nuevas propuestas. Respecto a lo demás la única razón de no haberlo podido hacer es la cuestión económica,……la maldita cuestión económica.
    Gracias por tus comentarios y besos

    • La existencia de las Artes de Calle contemporáneas es consecuencia de la conmoción social de finales de los años 60. En las sociedades occidentales se desarrolla a partir de los años 70
    A partir de los 80 el género evoluciona de manera bastante diferente en los paises europeos en función de su coyuntura política y económica.

    • La cuestión semántica es importante ( Teatro de calle – Artes de calle)
    ARTES significa que tiene en cuenta todas las formas de expresión artística (teatrales, musicales, pictóricas o de habilidades). …el espacio en el que se inscribe es un espacio abierto a las nuevas dimensiones (un espacio que no tiene nada q ver con la caja negra) (Cia Royal de Luxe: “ciudad total”)

    • …la escena que ha elegido el artista de calle, no es más que un espacio físico diferente, es tb un espacio social…

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