wo wir schon dabei sind….

aus dem Nähkästchen zu plaudern, und ich gerade meine Unwissenheit hinsichtlich der Eisen zum Bügeln und zum Haareglätten eingestanden habe, fällt mir noch eine kleine Anekdote ein, bei der es um Unterhosen und Strümpfe geht. Es war ganz am Anfang meiner Zeit in Spanien, also vor über zwanzig Jahren, als ich mit einer Bemerkung über Strümpfe eine peinliche Stille und eine gewisse Röte heraufbeschwörte, weil ich das spanische Wort für Strümpfe „calcetines“ mit dem Wort für Unterhosen, also „calzoncillos“ verwechselt hatte. Ihr könnt euch vorstellen, was passiert ist: statt einer unverfänglichen Bemerkung über das witzige Muster der Strümpfe meines Gesprächpartners, dachte dieser, der Reissverschluss seiner Hose wäre offen…..  Nun, wie gesagt, es sind über zwanzig Jahre vergangen, aber dieses Pärchen hat sich in meinem Wortschatz so unzertrennlich eingenistet, dass ich auch heute noch eine Sekunde überlege, bevor ich das eine oder anderer der beiden über meine Lippen kommen lasse…..

Ahora que estoy escribiendo sobre este tipo de confusiones idiomáticos, me acuerdo de una muy graciosa que me pasó muy al principio de haber llegado a España, es decir hace más de veinte años. Resulta que había quedado con un chico para tomar una copa, en un principio sin compromiso alguno, pero cuando llevas un tiempo viviendo como mujer jóven e indepeniente, sabes que las situaciones se pueden complicar por momentos y la intención tuya no tiene por qué coincidir con las expectativas del otro. Total, habíamos quedado para tomar algo, y resulta que este día, ese chico que solía vestir muy formal, a veces hasta un poco aburrido, llevaba unos calcetines realmente bonitos, de colorines atrevidos con un dibujo muy gracioso. Como había cruzado las piernas para apoyar el pie de una sobre la rodilla de la otra, el pantalón del traje había retrocedido lo necesario para permitir la flexión y dejó ver este pequeño „desliz“ en el vestuario. Yo, tal como era y sigo siendo, me fijé y le hice un comentario…. lo que pasó es que confundí „calcetines“ con „calzoncillos“ , por lo que mi comentario más que un efecto gracioso tuvo un impacto fulminante: él, tímido por naturaleza, se tensó, se ruborizó, se sentó y cruzó la chaqueta para, poco después, levantarse para ir al baño…. Yo me quedé un poco desconcertada, pensando en qué podí haber metido la pata, sabiendo que a veces la metía, hasta que varios minutos después, repasando lo que  había ocurrido, me dí cuenta de mi equivocación y entonces me tocó a mí ponerme roja como un tomate y disculparme. Seguimos siendo amigos por un tiempo, hasta que nos perdimos de vista en esta gran ciudad….. Todavía hoy, más de veinte años después, esta pareja de palabras que  se ha anidado en mi vocabulario como si de siameses se tratara, me hace esperar un segundo antes de dejar que una u otra salga de mi boca.

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