anacronismos varios

Que el arte de tejer tapices resulta cada vez más anacrónico ya no es ninguna novedad para quienes seguís este blog. No me canso de decirlo, y procuro hacerlo de una manera optimista, con ánimo de resistir y de esperar el tiempo en el que podamos volver a concedernos el placer de disfrutar de la lentitud como algo que sienta bien a nuestra mente y a nuestro alma.

Pero en este caso concreto ha surgido, además, un anacronismo anecdótico, que me hace gracia. Porque mientras todo el mundo se despide de la playa, los cielos sustituyen el azul verano incondicional por la escala de grises de nieblas y nubes, a mí me espera _ y lo aguardo con impaciencia_ sumergirme en los azules , turquesas y verdes de las olas que cierran el tapiz en la esquina derecha, y los azules celestes de todos los cielos de este mundo que lo hacen en la esquina opuesta.  Mientras empezamos a taparnos el cuerpo acorde a la bajada de temperaturas que conlleva la llegada del otoño, me queda poco para alcanzar los pechos desnudos de la mujer, y después su cara onírica, cuando en la nuestra ya habrán vuelto a aparecer las primeras huellas del estrés cotidiano borrando la efímera lisura que proporcionan tres semanas en la playa, en la montaña, en la huerta, en donde sea, pero SIN madrugones no deseados o malsanos turnos de noche.

Ante esta emoción, primero un poco de orden.

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