5 de abril
Bien, lo he mirado en el diccionario, y lo que parece aproximarse más a mi relación actual con este tapiz „en proceso de..“ es lo que se quiere evocar cuando se dice „parir algo con los dientes“. Después de la última interrupción de dos semanas, el tiempo que he estado en Berlín explorando nuevos horizontes, me ha costado retomar el hilo.
Noto que este ejercicio, por el otro lado tan propio de una persona tejedora, me cuesta cada vez más en la medida en la que me alejo del momento en el que la idea para esta pieza nació. Me irrita, a ratos me asusta, y a ratos me duele, como duele cuando se llega a cualquier umbral personal de dolor, físico o psíquico. Pero no deja de ser un ejercicio propio de una persona tejedora, un ejercicio habitual y un dolor familiar, como lo es el dolor de pies a los bailarines. Y un dolor „voluntariamente asumido“, digamos. Bien, pero sigue siendo dolor. Lo que más cuesta es superarlo, romper esta barrera del umbral de dolor la primera vez. Pero una vez superada, si consigues mantenerte en el otro lado, el dolor empieza a relativizarse. Es buscar de forma intencionada lo que les ocurre de forma involuntaria a los enfermos crónicos: aprender a vivir con él, el dolor, y con el esfuerzo de superarlo en el día a día.
En mi y en este caso en concreto, la resistencia a movilizar la fuerza necesaria para superar el umbral puede tener su explicación no solo en un distanciamiento interior, un riesgo que corremos cuando afrontamos proyectos artísticos con un proceso productivo tan largo en el tiempo en tiempos revueltos que provocan tantos cambios en nosotros, lo que comúnmente llamamos una baja motivación.
Éste tapiz nació en un contexto biográfico y geográfico muy concreto y con una misión muy concreta, más allá de la materialización de una idea abstracta: por un lado quería hacer constatar el vínculo geográfico, en este caso con una región rica en testimonios del arte románico, que a su vez es ingrediente importante de su identidad. Tal como disfruto incluyendo citas medievales en mis obras, por sentirme especialmente cercana a esta época, a su iconografía y producción, también la textil, me apetecía colocar un hito en mi obra, que dejara claro mi vinculación con este territorio, con su pasado y con mi paso por él.
Por el otro lado, cuando empecé esta pieza, había otra inquietud muy presente en el trabajo: ¡¿ Se puede decir que era una actitud con un fondo didáctico!? Lo cierto es que sentía la necesidad de acercar el proceso de creación textil al gran publico; la de provocar al menos la oportunidad de poder ser testigo de como, poco a poco, se va construyendo un tapiz. En el KUKU, como espacio público con taller abierto incorporado, esta idea encontró cabida, y sentido.
Ahora siento que el tapiz ha quedado desnudo tanto de una motivación como de la otra. Antes había una especie de anclaje, unas coordenadas de espacio/tiempo, que componían junto con otras intenciones su razón de ser y mi razón de resistir y de continuar.
Cortadas las cuerdas, esta pieza y yo flotamos en una nube de gran incertidumbre, …. y no resulta fácil volver a dibujar los contornos concretos sobre los que construir una nueva motivación y una nueva justificación, ante mi conciencia, ante los demás, ante lo que sea capaz de definir el tiempo, y medir su paso, para que la meta siga siendo la misma.
„Parir con los dientes“, „sich durchbeissen“ se dice en alemán, atravesar la montaña que nos separa del país de jauja, apretar los dientes y seguir adelante……
Hmmm, no sé. Máxime teniendo en cuenta la situación actual…. la que vivo y la que viene marcada en el boceto del tapiz, que viene como testigo de otros tiempos, otros lugares, otras emociones…… Y tan, tan propio del ser, artista, tejedora….
Cuerpos, bestias, fuerzas….. ¿o todo lo contrario?
Un reto, sin duda….