El primer hilo físico que nos une a la vida se corta nada más nacer. A partir de ahí sabemos que existe otro, invisible, que se cortará al morir.
El triunfo de la muerte. Las tres Nornas. Tapiz flamenco, 1510 – 1520
Nunca he tenido un hilo vital recto, tenso, alineado. No sé si es bueno o malo. ES. Ha habido enredos, muchos; nudos, algunos; incluso rotura de alguna hebra que he podido anudar a tiempo; y bucles, muchos bucles ha dibujado el hilo de mi vida formando una fina espiral. No sé si es bueno o malo. ES.
Ahora, después de casi 10 años sin trabajar „seriamente“ delante del telar me espera un reencuentro, ha llegado el momento en el que el hilo de mi vida cierra otro bucle más. No sé si es bueno o malo, ES.
Siempre he sentido que el arte de tejer es tan, tan próximo a la vida, que a veces no soy capaz de distinguir. Es lo que me hace tejer, y cuando tejo, olvidarme de ella para tejerla cada vez de nuevo.
Preparar la urdimbre _la contención y la concentración_ me hace cobrar plena conciencia de ello.
Y luego, una vez teminado, o a la par, según toca, esta este caos, el torbelino que te engulle, te sacude, para luego escupirte con algun que otro rasguño y con la idea de lo que quieres plasmar, construir entre el vacio de los hilos que conforman la urdimbre.
Retornan pensamientos; se contrastan, se reafirman unos, se rechazan otros. Mientras mis manos colocan hilo por hilo, noto como mi mente mueve todos estos recuerdos cual piezas de puzzle hasta que encajan y se encuentra……