A veces basta un momento de descuido, de relajación, de sueño para dejar escapar lo que se mantiene en la penumbra del subconsciente, detrás de las rejas de la represión del „no querer saber“. Esta noche me llevó la pesadilla a Noruega. En mi inaginario onírico se mezclaron fotos de Lea y de sus amigos en Flekke, en el campus, en las excursiones, en las actividades, fotos tantas veces vistas y disfrutadas, con las que habían salido en los medios de comunicación los días siguientes a los atentados de Utøya y Oslo.
Cuando pasó me encontraba en La Aldea y recuerdo al mañana en la que hablé con Juanjo y me lo comentó. La primera pregunta, tras unos segundos de incredulidad, asombro, irritación: ¿Había algún compañero de Lea entre las víctimas? ¿Amigo, familiar, conocido de los estudiantes noruegos que comparten con ella la vida en Flekke? Sé que Lea se pasó horas y horas delante del ordenador repasando la lista de fb, preguntando si alguien sabía más, hasta que se había convencido de que todos estaban bien…..
Por la edad, por sus intereses, por la implicación y el compromiso con temas políticos y sociales, que caracterizan a los alumnos de los Colegios del Mundo Unido allá dónde estén, vengan de donde vengan, podría haber sido probable que algún que otro de ellos hubiera asistido a este encuentro. Afortunadamente no fue así.
El primer susto se disolvió lentamente y dió lugar a una profunda tristeza. Por el hecho de por sí, su magnitud, su brutalidad, pero también -puesto que el ser humano es así de selectivo por muy alta que sea su capacidad de empatía y solidaridad – porque desde Lea está en Noruega, desde que nos cuenta sus experiencias en este país, desde que nos transmite que nuestra imágen/idea de una sociedad democrática, tolerante, abierta, cívica, respetuosa es lo que ella experimenta como realidad en el día a día, este país nórdico nos es mucho más cercano y lo que afecta a sus habitantes nos afecta de otra manera que hace un año.
Echando la vista atrás y viendo cómo la sociedad noruega intenta asimilar estos hechos tan brutales e inhumanos, como defiende su concepto de una sociedad libre, como intenta recuperar esta profunda confianza en su convicción democrática, en el civismo, en la ciudadanía, me inspira mucho respeto y un cariño muy especial.
Por el bien de ellos, por el bien de todos los que en algún momento han sido acogidos o serán acogidos con esta misma convianza en aquel país, sea como visitantes, como trabajadores, como estudiantes, como turistas, o como refugiados, por el bien de la Libertad, por el bien de la Humanidad, les deseo que lo consigan.
Lo mio no ha sido más que una pesadilla de una noche de verano, fruto de un cruce de imágenes. Lo que viven muchas familias en estas semanas sólo puedo intentar imaginarlo. Si pudieran, lo cambiarían por una pesadilla sabiendo que terminará al despertar. Pero la pérdida que han sufrido no termina cuando comienza un nuevo día. Dicen que el tiempo cura todas las heridas. No sé si es verdad. No he vivido el tiempo suficiente y afortunadamente hasta ahora no he sufrido heridas tan profundas. Les deseo que este dicho lo sea.
Lea ha vuelto a Flekke, con la tristeza en el corazón, pero también con la felicidad de poder estar donde está y vivir lo que está viviendo. En su pequeño mundo cotidiano puede que no haya cambiado nada. En esta burbuja sigue compartiendo con sus 199 compañeros de diferentes procedencias, credos, y culturas las 24 horas de cada día, practicando la tolerancia, el respeto, el sentido cívico. De alguna forma representan a pequeña escala un modelo ideal, ¿quizá utópico? de lo que podría ser nuestra sociedad global. Supongo que cuando pase algún tiempo hablarán de la masacre en Utøya; hablarán de gente como Breivik que en su radicalidad afortundadamente son casos aislados; hablaran del extremismo de derechas, que lamentablemente no es tan aislado como nos gustaría pensar, y debatirán sobre cómo asimilarlo, afrontarlo, ¿prevenirlo?.
Mientras tanto, voy echando un vistazo a nuestro Mundo. Este Mundo en el que sigue habiendo una brecha casi insuperable entre el Norte y el Sur; este Mundo en el que unos se ven obligados a dejar su hogar, su familia para buscar la supervivencia propia y de los suyos en tierras desconocidos y en la mayoría de los casos hóstiles; este Mundo en el que otros ven la necesidad de gastan inmensas sumas de dinero en la vigilancia y si hace falta en el cierre de sus fronteras para evitar la avalancha de los otros, en vez de dedicar estas sumas en arreglar la situación en tierra de los otros para que no sientan la obligación de dejarla.
Es evidente que los flujos migratorios se adaptan con sorprendente rapidez a los cambios de las condiciones socio-económicas. Cuando el Sur de Europa se ve tocado por la crisis, no debe sorprender que este flujo toma rumbo hacia el norte. Hasta que puedo entender que en un primer momento puede irritar un poco esta afluencia de los otros. Alemania lo ha vivido en la época del crecimiento económico, España lo ha vivido en sus momentos de bonanza, con la apertura de los países del Este de Europa se ha vivido, y los países que forman la frontera sur de esta Unión Europea nuestra lo viven…..
Lo que me parece sumamente alarmante es l falta de propuestas que vayan más allá que contemplar la posibilidad de impermeabilizar la frontera exterior y volver a las fronteras intraeuropeas para restringir la movilidad de unos y otros dentro de Europa, es decir de revisar el Acuerdo de Schengen.
Vuelvo sobre lo mismo: ¿la solución está en que me gasto una millonada para proteger lo que es mio (o lo que pienso que tengo el derecho de llamar „mio“), o nos gastamos una millionada en proteger „lo nuestro“, para lo que viene al caso casi da igual?…. ¿y ya está?. Me suena a medicina convencional: me tomo una aspirina; o gasto mi dinero en antibióticos, asumiendo los efectos secundarios, en vez de aceptar las verdaderas causas del mal y tomar medidas para palearlo a corto y prevenirlo a largo plazo.
Es cuestión de equilibrios. Parece que aún no hemos entendido que el Mundo es UNO, que todo depende recíprocamente de lo demás, que la Naturaleza, la Economía, la Sociedad, la Política….. forman parte de una unidad que sólo puede encontrar su equilibrio si realmente se une.
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