Giro y volteo

Si visitamos alguna de las manufacturas clásicas de tapiz pictórico que aún funcionan, como la Real Fábrica de Tapices de Madrid, por ejemplo, podemos ver y se nos explica el proceso tradicional de tejer.

Uno de los aspectos que llama mucho la atención, además del tiempo que requiere la ejecución de un tapiz, es la manera en la que las y los tejedores se orientan con la ayuda de boceto y cartón para crear la imagen. Aquellos de vosotros que habéis seguido este diario desde el principio sabéis del proceso de „transcripción“ del cuadro al cartón y de su importancia para el tejedor.

Tradicionalmente, el cartón es una representación invertida de la imagen a tejer (lo podemos ver en los cartones que Francisco Goya realizó en la Real Fábrica de Tapices). Los tejedores trabajan en el telar de tal manera que lo que tienen delante de sus ojos es el reverso del tapiz. La razón es técnica: Si trabajamos con un sinfín de canillas de diferentes colores en un espacio pequeño de tejido, las cuales, además, „saltan“ cortas distancias para rellenar superficies vecinas, es fácil que se enreden . Estos líos se evitan cuando trabajamos viendo el reverso. Para poder ver el tejido y verificar que el tramo realizado quede correcto, los tejedores utilizan un espejo colocado detrás del telar.

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Y no solo se trabaja sobre una representación invertida. No en todas, pero en muchas ocasiones, y para ello también existen motivos técnicos, el cartón se gira 90 grados.

Estas dos alteraciones, lejos de irritar, me parecen una magnífica manera de distanciarse de la carga e imposición figurativa y permiten una apreciación abstracta de la tarea.

Al igual que muchos colegas contemporáneos, suelo tejer „de anverso“. Tengo delante de mí lo que podemos llamar „la cara buena“ del tapiz. El mayor motivo radica en el impulso permanente de querer modificar „sobre la marcha“ tanto la paleta de colores como incluso el cartón. No en lo que se refiere a la composición general (eso sería muy arriesgado teniendo en cuenta que mientras trabajo en el telar solo veo una pequeña franja y nunca el tapiz en su conjunto) pero sí en los detalles. Cosa que, como empiezo a conocerme con los años, ya contemplo en la ejecución del cartón, dejándome los correspondientes „campos libres“ para la impronta del momento.

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En esta obra se centra la „licencia de autor“ sobre todo en el enriquecimiento del fondo con las pequeñas imágenes que dan cuenta de mi sentir en relación con los cuatro elementos, aquí, por ejemplo, el agua.

Menos mal que hoy en día, cualquier programa de edición de fotos, hasta el más básico, tiene la función de giro y volteo.

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