Todos lo hacemos, en los museos, en las galerías, en las tiendas, en la calle. Miramos, primero de lejos. Luego, si salta la chispa de la atracción nos acercamos y, de manera consciente o inconsciente, nos damos cuenta como cambia el aspecto del objeto que se ha convertido en el foco de nuestra atenta mirada.
En la esfera del tapiz, alternar la mirada distante con la cercana es un juego muy rico en impresiones. No solo porque entendemos mejor algunas cuestiones puramente técnicas, de cómo conseguir sombras, profundidad, tridimensionalidad, cambio cromático, etc., sino también de cómo funciona nuestro ojo, cuales son las distancias a partir de las cuales el ojo, y el cerebro, nos hacen ver de manera determinada, por ejemplo al mezclar colores o al fusionar el pixelado típico, o al ver una linea curva donde en realidad hay escalones.
Por ello subo hoy una serie de detalles. Ya sé, no es lo mismo, porque no deja de ser un salto de lo lejano a lo cercano y no permite hacer este juego de aproximación progresiva. Pero quizá podéis imaginároslo y así, cuando el tapiz esté terminado y cuelgue en algún lugar, lo disfrutareis por partida doble.
Creo que aunque la calidad de las fotos no es la mejor, se aprecia bastante bien como cada técnica empleada produce un efecto distinto.
Y el conjunto sigue creciendo adecuadamente.