Es un capricho, ya lo sé, pero es simpático y me divierte. También es un recuerdo de mis tiempos de traductora, cuando tocaba componer y descomponer palabras para poder llevarlas adecuadamente de un idioma al otro y cuando, muy de vez en cuando, tocaba incluso atreverse a crear una palabra nueva, con cuidado y respeto, se entiende.
Así que, cuando algo cautiva toda mi atención a lo largo de unos cuantos días, como la construcción textil de un omóplato, me entran ganas de darle un término, para hacerlo más real y sujetarlo de laguna manera….
La „hache“
Cuando publiqué las fotos el otro día en las redes con el „título“ de „homoplateando“, por las prisas y el ensimismamiento reinante en este instante, lo hice sin comentar nada sobre la ‚h‘ y nadie lo mencionó. Supongo que algunos ni se percataron, otros pensaron que es una típica errata de gente como yo, que no solamente peleamos con el subjuntivo y otras particularidades de este hermoso idioma, sino también con las haches, las uves y otros pormenores.
Pero la ‚h‘ tiene su razón de ser. Cuanto más tiempo dedico a hacer crecer esta primera de las dos bestias, más ambigua me parece. Ya no solo en cuanto a su actitud en la composición, si es o no es agresiva, incluso su naturaleza me resulta cambiante como el color irisado del lomo de una trucha; quizá como debe de ser tratándose de un animal fabuloso.
HOMO_plateado
Según en que parte trabajo, percibo más un ser felino, ¿o can?, un reptil, ¿serpiente o dragón? Pero también tiene algo de homo sapiens, especialmente en la parte que me toca tejer: nuca, omoplato, humeral, codo, antebrazo….
Puede usted colocar haches donde mejor le parezca.