30 de mayo
La verdad es que pensándolo bien puede que sea la primera vez que haya elaborado el carton con tanto detalle.
Normalmente no le suelo dedicar tanta atención, no deja de ser un paso más en el largo y lento proceso de la creación de un tapiz narrativo; una visagra entre el lenguaje puramente pictórico, anclado en las técnicas de las artes plásticas, y el mundo de la lana, de los hilos, del arte de tejer. Es sumamente importante, no cabe duda alguna, y lo sé de sobra, pero al estar todo este proceso _desde el primer dibujo fugaz o la primera fotografía, hasta el cosido de cada uno de los hilos en las orillas del tapiz_ en las manos de una misma persona, como en mi caso, pues de vez en cuando una se toma ciertas licencias y da saltitos de „ya-sé“ para avanzar un poco más ágilmente. De ahí que del pequeño dibujillo solía pasar al boceto en cualquier soporte barato, sin mucho rigor técnico ni material, aplicando un poco de color aquí y allá, y listo.
Alguna ventaja ha de tener el que este complejo proceso de trabajo en muchos casos se haya transformado en unipersonal.
Bien distinta se presenta la cosa cuando en este proceso están involucradas varias personas, o colectivos o profesiones, como en el caso de las manufacturas de tapices, como también lo era el caso de la Real Fábrica de Tapices de Madrid.
¿No sé si habéis estado alguna vez en la Real Fábrica, o habéis visto los cartones de Goya en El Prado, habéis escuchado una vistita guiada en algún lugar donde se exponen o que está „vestido“ de tapices antiguos?
Resumiendo, para no aburrir y no ahondar demasiado en tecnicismos _que el tiempo demasiado valioso es para derrocharlo_ pero dejádme que os robe un poco del vuesto para explicar los tres pasos necesarios para la realización de un tapiz narrativo y presentaros las tres personas y/o colectivos que tienen parte en él:
Primero está el pintor, „el artista“, la persona que practica el arte de la pintura, que consiste en crear cuadros, frescos y en general en decorar superficies de un modo artístico; alguien que desde su mundo creativo es capaz de plasmar una idea original a través de una determinada técnica y un lenguaje personal, haciéndolo compartible con otras personas. En lo que aquí nos interesa es la persona que se encarga de la parte más puramente creativa, y tradicionalmente también fue la persona que cosechó el reconocimiento y la fama, y cuyo nombre solía quedarse en el consciente colectivo. Estando en España, nos viene en seguida a la mente GOYA, quien no sólo pintó cuadros, sino que trabajó también como pintor cartonista en La Real Fábrica; eso sí, lo hizo antes de hacerse famoso.
Segundo, el „pintor cartonista“ es la persona que realiza los cartones partiendo del cuadro original. Los cartones son bocetos muy precisos, a color y a tamaño real, del motivo que los tejedores reproducirán en el telar. Estas pinturas deben su nombre de cartón a que usualmente se pintaban sobre dicho material y no sobre lienzo o tabla. La elección de un soporte tan humilde se explica porque estos modelos o patrones no eran valorados como obras de arte autónomas, y su conservación no era obligatoria. Para mí es como un traductor, alguien que entiende las particularidades de un lenguaje (el de la pintura, oleo, acrílico, acuarela…..) y es capaz de llevarlo a otro, el de la trama y la urdimbre, las texturas de los hilos de seda, lana, y lino. Puede que sea porque parte de mi vida profesional haya trabajado como traductora, haya disfrutado y padecido las particularidades de esta profesión que construye puentes entre mundos y posibilita la comunicación y la comprensión entre unos y otros, puede que por ello tenga un enorme cariño y respecto a este oficio. En el diccionario de Syndicat des Métiers du Tapis et de la Tapisserie d’Art d’Aubusson-Felletin (del Sindicato de profesionales de la Tapiz y del atapisserie de Aubusson-Felltin), ahí donde aprendí la base de lo que sé, dice:
Carton de tapisserie / cartonnier :
Modèle ou « patron » à la taille réelle de la tapisserie, placé sous les fils de chaîne du métier à tisser afin de guider le lissier dans son travail de tissage. Il peut s’agir d’une peinture, d’un dessin numéroté (les chiffres inscrits faisant référence aux couleurs préalablement choisies pour le tissage), d’une photographie, ou de l’impression d’une œuvre. L’artiste qui crée le carton est appelé « artiste cartonnier » (peintre cartonnier).
Me imagino cualquier cartonista „de verdad“, sacudiendo la cabeza delante de mi carton en señal de desaprobación. Por cierto, no muchos, pero algunos nombres de algunos cartonistas flotan por la memoria de al menos los más versados en este pequeño mundo. Francisco Bayeu, quizá sea el más importante para España, ya que en 1783 fue nombrado Director de pinturas para la Real Fábrica de Tapices _ por cierto, fue gracias a él que su cuñado GOYA entrara a trabajar como cartonista en la Real Fabrica. :)_ Mariano Salvador Maella, Antonio González Velázquez, José Camarón y José del Castillo, por nombrar algunos. No, no buquéis mujeres, entre los pintores y decoradores oficiales de palacios e iglesias no las vais a encontrar.
Tercero, el tejedor, es aquella persona o, en el caso de grandes piezas y manufacturas, el grupo de personas encargadas de realizar el tapiz en el telar de alto o bajo lizo, siguiendo el carton y aplicando las técnicas y las habilidades própias del oficio, para obteber todos los efectos deseados de texturas, colorido, profundidad, plastuicidad, etc. con la mádxima fidelidad respecto del modelo pintado.
Lissier / licier:
Artisan ou ouvrier exécutant le tissage de la tapisserie. Lissier s’écrit également « licier » lorsque l’on parle de la Tapisserie des Flandres. La Tapisserie d’Aubusson étant tissée sur un métier de « basse lisse », on parle aussi de « bas lissier.
No busquéis nombres, ni de mujeres, ni de hombres. Como mucho encontraréis un registro de marcas de identificación de los talleres, las fábricas o las manufacturas oficiales como sello de garantía, de calidad y de cotización. De las personas que pasaron meses o años delante del tapiz no vais a encontrar nada.
Yo quiero pensar que el origen de los tapices está en manos de personas, hombres y me imagino que muchas mujeres, que sentían la necesidad de dar salida a su creatividad e imaginación, de adornar sus vestimentas, su hogar, con piezas tejidas por ellos. Cuando surgieron los gremios, cuando se profesionalizó la actividad, con remuneración por medio, desaparecieron las mujeres. Mucho tiempo no se las admitía en las manufacturas e incluso se penalizaba si alguna mujer participaba en la realización de un tapiz. Hoy en día las cosas han cambiado, puede que haya más mujeres tejedoras que hombres, no lo sé. No he indagado en la cuestión de género, porquecuando los procesos son mayoritariamente unipersonales, me quedo con las propuestas artísticas individuales y el género me resulta más anecdótico. En los foros en los que he participado, me he encontrado con muuuuuuuchas más mujeres. También ha cambiado la cosa respecto del reconocimiento oficial de los tejedores implicados en la realización de un tapiz. Hoy en día, en muchas manufacturas existe una estrecha relación entre el pintor o la pintora, el o la cartonista, las y los tejedores, el cliente y el público.
No nos queda otra. Si queremos salvar esta manifestación artística de la extinción _ que a punto está_ tenemos que aprender a entenderla, a valorarla, y a apreciarla en toda su complejidad y originalidad.