Hasta la próxima, Lisboa.

Ha sido un placer. Por divertida; por diferente; por intensa e insistente; por tener la oportunidad de recorrer tus calles; de visitar tus lugares; de conocerte un poco y hacerme una ligera idea de por dónde vas; por resistir y mantener tu esencia, aunque me temo que se vaya diluyendo con el tiempo, a pesar de los pesares y de todos los que queremos proyectar sobre ti imágenes del pasado que tapan las dificultades del presente y dificultan la visión de tu futuro.

Nuestro encuentro ha sido breve, lejos estoy de entenderte. Presiento algo que pasa a muchas como tú, grandes ciudades y capitales de países, atractivas, peculiares, cada una por motivos diferentes, su historia, su arquitectura, pero ante todo por la gente que os habita.

Hablando de ellos, y sabiendo que te tengo que conceder un amplio margen de revisión, te he conocido abandonada de muchos de ellos. Quien podía, y casi daba la impresión de que quien no podía también, se había ido a „su pueblo“ dejando las calles y plazas entregadas a manos, pies y cámaras de gente como yo: turistas buscando tu lado romántico, idealizado, imaginado e imaginativo…… buscando fachadas con azulejos, rincones con encanto, el bacalao más sabroso, la cuesta más empinada, la vista más bonita, … Entre unos y otros nos hemos reconocido como transeúntes, habitantes efímeros con desconocimiento de tu vida íntima.

Además te he pillado con cielo gris y creo que eres de estas ciudades que necesitan otro color para lucir su belleza. Tu respiración apenas se oía y los latidos de tu corazón iban a velocidad de sueño.

Y con todo y una paciencia y generosidad infinita me has dejado que te saque fotos de todos los lados, de posturas que te favorecen, y algunas que no tanto. Has permitido que construya con ellos un imaginario particular de mi breve estancia, esta toma de contacto fugitiva……

Si tuviera que resumirla en una foto, bien pudiera ser esta:

029que con toda su despreocupación, intencionalidad o casualidad, su ingenio o chapucería, expresa mejor de lo que yo podría hacerlo con mis palabras lo que me llevo de ti.

Dejo aquí las ultimas fotos, de un largo camino que separa el Oceanario, en el Campo de las Naciones, de la casita de José Vicente y Jean Marie, que además nos acogió a Carlos, a Teo, a Siam, a Igor, a Kim y  a mí.

Dos horas de caminata por calles desiertas, entre ruinas y naves del viejo barrio portuario, en el que no sé muy bien si son las huellas de la retaguardia o la avanzadilla, las que me han hecho apretar el disparador:

012 fabrica

031

004 grafitti persona

039

Hasta la próxima, Lisboa.

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