Sabéis que tanto amor vuelvo en mi trabajo como artista como en nuestro proyecto cultural y, según las circunstancias, una cosa acaparta más tiempo y energía que otra, pero ambas están estrechamente unidos por el mismo amor. Os dejo esta entrada que escribí ayer en el blog del KUKU:
Ayer, lunes por la mañana, con el desayuno aún acomodándose en el estomago, escuché un microcomentario en la radio que explicaba el asunto del „Blue Monday“, ese tercer lunes del mes de enero al que por lo visto alguien ha declarado como „el más triste del año“ (no sé de dónde viene la asociación con el color azul, en fin). Qué chorrada! -pensé-; más ruido del que le llega a una a lo largo del día, que entra por una oreja y sale por la otra sin dejar más huella que una sonrisa furtiva, como mucho.
Pero tal como terminó el día en el KUKU, casi estoy dispuesta a admitir su existencia. Casi. Porque, tal como terminó el día en el KUKU, llegué a casa con una profunda tristeza.
Y con esta tristeza, con rabia contenida e impotencia intento hoy escribir esta entrada _a ver como me sale_ para que sepáis lo que está pasando, lo que ha pasado y lo que pasará. Estos espacios, tanto el virtual como el presencial, se han propuesto ser transparentes y así serán mientras existan, porque si no lo pueden ser, no tienen sentido para mí el esfuerzo, el compromiso, la energía y el tiempo que le dedicamos entre todos.
Y en lugar de escribir sobre un sueño hecho realidad, como es el de compartir mi afición por el cine y ver el cine que nos gusta en un lugar periférico de la periferia, como Aguilar de Campoo, sobre el porqué del KUKU y el porqué del cine en el KUKU, en lugar de ello tengo que escribir sobre por qué ayer no pude ver la peli que quería ver.
Lo ocurrido
En primavera de 2013 nos llegó la información sobre el „Atlantida Film Fest“, una iniciativa promovida por la plataforma „filmin“, que ofrece películas on-line a cambio del pago de un precio módico, y hasta me parece modélico, bien de película en película, bien a través de abonos. Esta iniciativa, que entiendo que en parte es promoción de su plataforma, en parte promoción del arte cinematográfico, facilita a la gente que se suscribe poder ver a lo largo de un mes un reducido catálogo de películas y -y ahí voy-, a organizar las proyecciones en sus casas particulares invitando a sus amigos para ver las películas en compañía. Este es el alma y la esencia del Atlantida Film Fest y esa es la razón por la que participamos en el festival en el 2013, felices de haber encontrado esta herramienta que nos permitía hacer lo que queremos hacer: ver juntos el cine que nos gusta en versión original. El Festival, además, iba acompañado de un concurso de „mejor foto de público“, según el lema: „haceos una foto mientras veis el cine en vuestras casas con vuestros amigos y la mejor imagen se premia con una suscripción anual para el organizador/anfitrión y una de 3 meses para todas las personas que aparecen en la foto. Resulta que ganamos, felicidad inmensa, ganamos una suscripción anual del filmin para la KUKUcasa.
¿La KUKUcasa?, Si, la casa, el domicilio particular que habito y en el que trabajo como artista, que tiene las puertas abiertas para quien quiere subir, como en aquellos tiempos, cuando en los pueblos, aquí y en mi tierra natal, las casas estaban siempre abiertas y los vecinos se visitaban; y la vecina del primero se colaba a escuchar la radio; y el abuelo del segundo a comer, porque no tiene quien le cocina y no quiere comer solo; y el del tercero a ver el partido de fútbol; y la del cuarto, a tricotar con su prima y su cuñada, porque compartir el rato de los labores resultaba más entretenido; y escuchar y hablar era el momento de desahogo y distracción para muchos.
Sonaba a gloria y así lo disfrutamos casi un año. Y con más ilusión, si cabe, decidimos participar en el Atlantida Film Fest del 2014. Muchas de las proyecciones nos las vimos en soledad circunstancial, y así salieron las fotos y, aún con todo, y para sorpresa nuestra, volvimos a ganar una segunda suscripción anual en filmin. Es más, recibimos un correo de parte del equipo que nos hizo mucha ilusión que decía:
„Amigos del Kuku Project, A medida que íbamos viendo las fotos que ibais colgando sabíamos que este año volvía a ser muy difícil superaros. Y por unanimidad os otorgamos de nuevo el primer premio del Atlántida en casa. https://www.filmin.es/blog/aff-2014-el-mejor-ejemplo-para-montarse-un-atlantida-en-casa Nos hace realmente muchísima ilusión ver cómo disfrutáis del festival. Esperamos que sigáis así.
Felicidades y a seguir así.
Tenéis el reconocimiento de todo el equipo. „
Entonces, ¿qué ha pasado?
Nunca hemos ocultado qué hacemos, sino todo lo contrario. Si de algo „pecamos“ y parece que en esta sociedad sigue siendo un pecado, viendo los castigos que te pueden caer, es de decir, contar, compartir, comunicar lo que hacemos, ser transparentes a la hora de hablar y actuar. Y, bueno, tener la casa abierta y entender como familia algo que se sitúa más allá de las relaciones por lazos de parentesco. Si convocara a „mi familia“, es decir, a todos los individuos con los que me une este lazo de parentesco „oficial“, es decir, los que legalmente se entendería que podrían ver juntos una peli en su casa (o eso creo porque ya no sé quien podría, igual cada uno delante de la pantalla de su ordenador?), pues esa familia oficial, en un ejercicio de empatía con otras casas y sus circunstancias particulares, fácilmente podría triplicar en número los que en la actualidad estamos formando la KUKUcinefamilia. Porque, en los tiempos que corren, no es raro que alguien viva además de con su pareja, con su suegra o madre, porque no llega el dinero o porque no se quiere pensar en una residencia, y con su hijo o hija mayor de edad con respectivo novio o novia, que no se pueden independizar, y su hija o hijo menor, porque quiere introducirlo desde joven en este maravilloso mundo de las imágenes en movimiento, y alguna prima en paro y el cuñado en trámites de divorcio, la vecina de abajo sumida en profunda depresión y……. ya cuento 10….. ¿me seguís en el cálculo mental, no?
Sigo, y siento que esta entrada va a ser larga, pero larga es la historia que nos ha llevado hasta aquí: en agosto de 2014 nos llega una primera queja y toma de contacto con otra distribuidora, vertigofilms.es, que se pone en contacto con nosotros porque según lo que ellos habían entendido o les habían denunciado es „(…) SEGÚN LO QUE YO TENGO ENTENDIDO SE HABÍA PROYECTADO EN EL CAMPO DE FÚTBOL. POR ESO ME HE PUESTO EN CONTACTO CON VOSOTROS… (…)“. Llamo y aclaro las circunstancias, pero las denuncias parece que siguen llegando a Filmin. Poco más tarde se pone en contacto con nosotros el director de la plataforma, avisando de un supuesto „uso no autorizado de la cuenta“, sin haber recabado nuestra versión de los hechos ni escuchado lo que podíamos haberle contado. Si os acordáis hicimos una primera comunicación en las redes, aunque no queríamos entrar en mucho detalle, porque confiamos en que las cosas, una vez aclaradas y explicadas y recuperada la dimensión de los hechos reales, no iba a ir a más. En aquel entonces, todo hay que decirlo, nos sentimos un poco abandonados por Filmin. Recordando aún el mensaje que nos mandaron nos hubiera gustado sentir un respaldo que no sentimos. Desde entonces seguimos utilizando la cuenta en la misma medida, dimensión y alcance como lo habíamos hecho los meses anteriores, seguimos intercambiando correos de vez en cuando, y seguimos hablando de cine y sentimos ligeros movimientos de aire cada vez que alguien parece agitar la espada de Damocles ……
…… Porque luego cada lugar tiene sus circunstancias y los que somos de Aguilar de Campoo o llevamos tiempo aquí sabemos que las circunstancias aguilarenses relacionadas con las actividades cinematográficas son, digamos bastante contradictorias, o, al menos, tan particulares como lo es el KUKU, aunque en un sentido de particularidad totalmente distinto. La gente que habitamos estos lares también sabemos que los perros del hortelano existen, que ladran y hasta muerden. Lo digo porque quizá en otro lugar del mapa esta situación nunca se hubiera producido, porque sigo pensando que en otros lugares del mapa, otra gente hace cosas muy parecidas a las nuestras: No nos hemos inventado nada, ni somos tan especiales. En otros lugares quizá hasta podrán contarlo, o no?
Pero volvemos la KUKU: ayer recibí una nueva llamada del director de Filmin, avisando que seguían las denuncias y que ellos no iban a hacer nada „contra nosotros“, pero que en calidad de mensajero querían hacernos llegar que si seguíamos con nuestra actividad de supuestas proyecciones públicas nos iba a caer una multa……. A la par me encontré con un mensaje del director del departamento comercial de la distribuidora GOLEM en el muro del FB del KUKUprojekt, al que acto seguido llamé. Como resultado de la conversación con el responsable me quedaron unas cuantas cosas claras:
1º que si seguimos con el cine, o al menos con el cine que distribuye GOLEM, ellos van a actuar con su artillería de abogados, sintiéndose respaldados por la actual ley y, según ellos, a nosotros solo nos quedará asumir la multa correspondiente;
2º cuando me cuestionan mi „amor por el arte“ en el fondo me dan a entender que les da totalmente igual el arte y lo que hacemos en Aguilar de Campoo. Ellos habrán dormido bien dejando a tres personas sin ver a una película cuya distribución está en sus manos. No sé lo que han sacado de provecho con ello. No vamos a fletar un autobús para ir a ninguna sala para verla, simplemente no vamos a verla; ¿Ahí sí hay amor por el arte? ¿Cuando se mercantiliza a toda costa?
3º que no ofrecen ninguna fórmula alternativa y viable para una dimensión como la nuestra, una actividad minoritaria en un lugar periférico, en el medio rural. No hay argumento que valga, sea cual sea el formato, lo único que vale es el espíritu mercantil. No podemos proyectar, no podemos compartir, no podemos publicar ni publicitar ni decir na‘ de na‘.
4º quizá es mucho pedir que desde la mesa de despacho de una oficina se empatice con un minúsculo grupo de gente en el medio rural que lo único que quiere es robarle a la rutina cotidiana unos cuantos minutos, ver juntos el cine que les gusta en versión original y comentarlo.
5º Todos los discursos sobre cómo frenar la despoblación, la creciente brecha entre el medio rural y el urbano son y siguen siendo una farsa mientras rijan estructuras inflexibles que no contemplan la realidad en cada lugar y la necesidad de una inventiva de pluralidad de formatos y formas.
6º Mucho trecho nos queda hasta conseguir una soberanía cultural en la que cada uno, desde su conciencia y sus capacidades puede disponer, elegir y ejercer el derecho de acceso a la cultural, viva donde viva.
7º Tal como está el país en general, tal como de agobiada está la gente en general, tal como le va a muchas salas de cine, incluso a las que tienen solera, incluso a las que están en las grandes urbes, tal como está el sector de la cultura, tal como le va a la industria del cine, el no tener capacidad creativa, ni interés, ni voluntad para recoger toda aquella gente que en este país queremos al cine, amamos el cine, queremos apoyarlo en la justa medida de nuestras posibilidades, participar en este entramado de producción y consumo y que no queremos ser empujados ni dejarnos caer en la clandestinidad o la piratería para poder hacerlo, es simplemente imperdonable. ¿Que las responsabilidades son repartidas? Cierto. ¿Quien tiene que empezar? No sé. Yo pregunté al responsable de Golem si me podía ofrecer una alternativa, un formato asumible, y no obtuve respuestas. Ellos, desde luego, parece que no están por la labor.
Y quiero recordar dos cosas, primero qué es lo que hacemos y que molesta tanto, para no perder el norte: nuestra intención es compartir un domicilio, un espacio particular y una cuenta particular para poder ver cine con los que habitan y usan este espacio. Y queremos poder decirlo claro y alto y exigimos poder hacerlo con el más profundo respeto hacia el mundo de la creación artística en todas sus vertientes. Segundo, las circunstancias concretas que nos rodean: nos encontramos en Aguilar de Campoo (7000 habitantes), sin ningún lugar donde poder ver en compañía de manera „formalmente reconocida“ películas en versión original. Hablar de Aguilar de Campoo es hablar de periferia, hablar del medio rural, en el que mucha gente vive en pequeños pueblos del entorno sin medios de transporte públicos ni acceso razonable a Internet; en un medio en el que procuramos compartir espacios para amortizar el esfuerzo económico, físico y mental que significa un acto tan básico como calentarlo; en un medio en el que las actividades culturales compartidas sirven para contrarrestar la soledad de la dispersión geográfica, un medio en el que la masa crítica brilla por su ausencia y las propuestas minoritarias son tan minoritarias que a veces sobran dedos para contarlos. Lo llevamos con dignidad, pero también defendemos nuestro derecho a tener las mismas oportunidades que las personas que viven en el medio urbano, entre ellas: ver cine de autor, cine comprometido, cine pequeño, y verlo en versión original y verlo en compañía. Si nadie nos lo ofrece, entendemos que tenemos el derecho ciudadano de buscar una formula éticamente justa para garantizarnos este derecho. No queremos piratear, en mi vida he pirateado una peli. No tenemos problemas a la hora de pagar, pagar por lo que queremos y pagar lo que podemos. No queremos competir, queremos diversificar para enriquecer y sumar. No queremos callarnos, porque entendemos que no hacemos nada de lo que tenemos que avergonzarnos o justificarnos. No queremos la soledad, queremos compartir, así, como en el anuncio de la lotería de Navidad. No queremos entrar en el juego ridículo del gato y ratón, no queremos perder energía y tiempo en imaginarnos cómo decir sin decir, y convocar sin convocar, y darle mil vueltas para que no aparezca lo que es. No queremos.
Como hemos dicho al principio, la cuestión no es la de „cine si o no“, la cuestión es ¿CINE, cómo?
Ayer, en la tertulia, empezamos a imaginar:
¿Y si vienen el próximo lunes cada uno con su portátil, abren cuenta y vemos cada uno en su pantalla, eso sí, la misma peli y luego la comentamos. ¿Ridículo? Pues a mí me parece que sí.
¿Y si cojo mi portátil y mi cuenta y contraseña y me dejo invitar cada día a casa de un amigo y se me ocurre sacar el portátil y abrir la cuenta……?
¿Y si acometemos la tarea de buscar distribuidoras dispuestas a asumir este reto y nos limitamos a sus catálogos de pelis?
¿Y si nos limitamos a las plataformas de películas en copy left y pasamos de lo demás?
¿Y si simplemente pasamos de los golums (perdón) y de sus „treasures“, de plataformas y demás y tiramos de la colección de DVDs que sumamos entre todos, calladitos, sí, no vaya a ser que alguien se entere……. como harán miles de personas en toda España…… que yo en mi casa…….. y así además no se nos queda trabada cuando falla la conexión?
¿Y qué hubiera pasado si desde el principio hubiéramos pirateado las pelis sin decir nada a nadie, como también supongo que hace mogollón de peña en todo el país?
Supongo que NADA.
En fin, buscaremos la forma de ver cine, en la periferia del medio rural, en versión original, en compañía. La buscaremos y estoy segura que la encontraremos. Sí o sí, el cine seguirá formando parte del KUKU.
Un saludo, Andrea.
Y no olvidéis que os he invitado a casa porque nos visitará Javier Toletino en el KUKU, este sábado 24 de enero a las 19:30 horas, hablaremos de su libro, tomaremos un vinito y ahora, que no nos lee nadie: veremos una película, juntos.
Pues te acompaño en tus sentimientos. Una de las cosas que le pasan a esta sociedad es que ha perdido la capacidad de comprender cosas sutiles y actuar con flexibilidad, que es una cualidad humana de la que carece la gran máquina que nos gobierna. No entienden que hay gente que vivimos de otra manera, con lo justo para sobrevivir materialmente, pero que espiritualmente queremos llevar una vida rica y feliz, compartir y comprender el contexto en el que vivimos y cómo sienten las personas que crean por todo el mundo. Yo eso lo considero un derecho (al igual que el de sobrevivir materialmente), es verdad que los creadores tienen derecho a tener su sustento, pero yo también tengo derecho a la cultura, y como el poder no ha sido capaz de implementar maneras de que estos dos derechos se satisfagan con beneficio para ambas partes (porque no le importa nada) pone en marcha su pesada maquinaria que, como siempre, lo único que sirve es para chupar la sangre de unos y de otros y engordarse a sí misma.
En fin, yo también estoy en algo parecido y también estoy enfadada. Un abrazo: María.