de nichos, aventuras y …

¿Podemos hacer algo más contra la despoblación?


Este era el título del espacio de debate convocado el viernes pasado, 28 de mayo, por la Asociación País Románico en Arroyal de los Carabeos, Valdeprado, al que asistí con otras treinta personas.

Y ahí estuvimos, nuevos y no tan nuevos vecinos y vecinas, que hemos venido a buscar nuestro „habitat“ dentro del „nicho“ que queremos ocupar: desde la educación, el turismo, la cultura, las comunicaciones, el emprendimiento empresarial agroalimentario y/o ecológico, la artesanía, el arte, etc.;

Personas comprometidas con el tema de la despoblación por su profesión: algún alcalde del territorio, y representantes de entidades que trabajan este tema de una u otra forma desde hace tiempo (en nuestro caso la Fundación Santa María la Real y el Grupo de Acción Local).

¿Lo curioso?

Que salvo las personas invitadas como ponentes y moderador (Eva González, Coordinadora del proyecto de cooperación Abraza la Tierra, Luis Antonio Camarero Rioja, especialista en sociología rural), casi nos conocimos todos, bien de vista, bien personalmente, porque a pesar de la dispersión geográfica, que constituye un hándicap (pero un hándicap buscado y creo que asumido por muchos de nosotros,  ya que huimos justamente de las grandes aglomeraciones de gente y ladrillo) nos movemos y coincidimos de vez en cuando en algún evento que centra nuestro interés y muestra la afinidad que existe, a pesar de la biodiversidad que representamos.

¿Lo triste?

Que no había nadie quien representaba a los que habitan este territorio desde que nacieron en él, creo que nadie y si me equivoco, y había alguien, era la absoluta minoría. Una característica tristemente muy común en estos eventos y para mi un indicativo en qué dirección tenemos que dirigir nuestros esfuerzos, por muy difícil que sea.

¿Lo positivo?

Evidentemente no hemos estado todos que estamos viviendo en este territorio, pero aún así, repasando la lista de asistentes, nos tenemos que dar cuenta que disponemos de un excelente capital humano para impulsar iniciativas y hacerlo, además, de forma transversal desde las perspectivas, conocimientos, capacidades, intereses, y sensibilidades más diversas. Y todo esto en un territorio rico en recursos paisajísticos, culturales, arquitectónicos……

¿Lo irritante?

Que después de dos horas de debate he salido del Telecentro de Arroyal con cierta frustración, con cierta sensación de vacío. A pesar de que nos habíamos propuesto evitar las „lamentaciones“ más o menos particulares (todos sabemos cuales son las dificultades más acuciantes porque los hemos vivido todos de la forma más o menos intenta desde que estamos aquí intentando hacernos un hueco), estos encuentros, sobre todo al principio de su recorrido, si es que va a tenerlo, es decir que si pensamos que van a tener continuidad, parten de esta puesta en común de quejas y reivindicaciones (vivienda, trabajo, etc.). Pero una vez que nos hemos desahogado, creo que tenemos que hacer el ejercicio de buscar soluciones, y además buscarlas desde nuestra condición de personas comprometidas, creativas, emprendedoras.

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Ahí, pues, va la pregunta: ¿Puedo y podemos hacer algo más contra la despoblación? ¿Puedo hacer algo más contra la despoblación

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Tres reflexiones me ocupan la mente desde el viernes. A partir de aquí, es mi punto de vista, por lo que espero no ofender a nadie. Voy yo la primera, ¿vale?

Para empezar: Hasta cierto punto creo que me tengo que considerar una persona „actualmente asocial“ (por falta de otra palabra), en el sentido en que he decidido romper los vínculos con un cuerpo social al que no me quiero sentir unida, porque no estoy de acuerdo con sus principios actuales y rehúyo de la integración social hasta que no encuentre un cuerpo social con el que me apetezca vincularme. Yo, ¿vale?

Pero creo que con este sentir, así o parecido, no soy la única. Muchos nos hemos ido de las grandes o no tan grandes ciudades por el agobio y el desacuerdo y la injusticia social, vistos, vividos y sentidos, y hemos buscado en el medio rural la burbuja que nos deja vivir según nuestras propias convicciones. Esto nos conduce a que cada uno estamos en nuestra isla, intentando llevar a cabo lo que surgió tanto a lo largo del debate del pasado viernes: nuestro proyecto vital. Bien, hemos satisfecho esta necesidad de recuperar la privacidad, la intimidad, la soledad e individualidad. De forma colateral perdemos el anonimato que sólo proporciona la masificación y recuperamos la dimensión humana, para lo bueno y para lo malo, que es algo que no me canso de decir, y de festejar.

Desde esta dimensión humana, desde esta individualidad recuperada, desde la soledad de nuestro proyecto vital particular vemos que le territorio, hostil o por lo menos duro para con el individuo, nos empuja a buscar una nueva forma de asociarnos, de crear las famosas sinergias de las que se habla en todos los foros constantemente.

Las grandes y no tan grandes empresas lo hacen en forma de „joint ventures“ (un término con el que me tropezado miles de veces en la traducción de contratos y documentos jurídicos y mercantiles y que me encanta).

Creo que uno de los caminos que hay que abrir y hacer transitable para los que vengan detrás es la creación de asociaciones de aventura compartida. Para ello hay que vencer los recelos que existen (yo la primera, ¿vale?), nuestra reticencia innata y/o adquirida hacia estructuras organizativas tradicionales (yo la primera), y asumir esta responsabilidad de querer y poder construir este nuevo cuerpo social al que sí nos gustaría vincularnos. No nos debe bastar con felicitarnos por haber dado el paso, más o menos difícil, de romper más o menos definitivo con el cuerpo social predominante, y construirnos una burbuja o un apaño. Creo que en este sentido tenemos que desarrollar un sentido cívico y social distinto, sentirnos como una especia de „élite“ por vivir donde vivimos y por ver que podríamos ser capaces de, al menos, intentarlo…..

Una de las propuestas concretas que se dibujó difusamente (ui, pero así ha sido) en el debate es: la creación de un banco de tiempo.

Cuando llegamos a este territorio, había un proyecto llamado „huebra“, que apuntaba en esta dirección.

Yo creo que puede ser el momento de intentar llevarlo a la práctica.

Sé que muchos de nosotros tenemos nuestras pequeñas „huebras“, porque nos echamos una mano entre amigos siempre y cuando hace falta. Pero me gustaría imaginarme este banco de tiempo como una estructura regulada que posibilita a amigos y no amigos, a nuevos y antiguos vecinos a poder ofrecer y solicitar lo que muchas veces nos hace falta: una mano. Y siguiendo esta filosofía de dimensión humana, que tanto me gusta, poder generar cada uno la moneda de cambio en la medida de sus posibilidades reales.

Creo que rompiendo con el sistema económico establecido podemos ganar en tejido social y cohesión y, aún más, en calidad de vida, que no es otra cosa que el gérmen de un nuevo cuerpo social. Sé que requiere un complejo trabajo de organización, para que todos se sientan cómodos e identificados con ello. Y requiere un alto grado de compromiso, generosidad y solidaridad. Pero no es eso lo que echamos de menos en la sociedad de la que queríamos salir cuando nos fuimos de la ciudad y nos establecimos en este territorio. Creo que es una consecuencia de esta decisión que no debemos de dejar desatendida, porque entonces no ganamos nada más que nuestro apaño particular, y  no hacemos otra cosa que cualquiera en la ciudad: buscar cada uno nuestro apaño, sólo en versión rural…..

Otra reflexión: Me gustó mucho, y lo dije el viernes, una pincelada que dejó Luis Alfonso Camarero Rioja, el moderador del encuentro, sobre el lienzo: abrir los programas que buscan soluciones a la despoblación a propuestas, proyectos y estancias más o menos efímeras, es decir buscar no sólo la estabilidad, sino también la fluctuación. Una charca se pudre y se seca por la estanqueidad, un río vive. Creo que es importante pensar en que tiene que haber personas que se instalen en el territorio y continúen en él por mucho tiempo, pero creo que es igualmente importante que facilitemos que pueda venir gente nueva, quedarse un tiempo con nosotros, aportar y aprender lo que quepa en este lapso más o menos largo de tiempo, e irse para dejar hueco al siguiente. Este flujo de personas es flujo de energías, de ideas, de impulsos…. Claro, el problema es que requiere de una infraestructura que actualmente no existe: vivienda en alquiler y puestos de trabajo, por ejemplo.

Quizá sea yo la primera, espero que no la única, que lo ve así, porque soy lo que llaman un culo de mal asiento, siempre lo he sido y no sé si con la edad, cuando el culo se haga más pesado, para seguir con el símil, agradezca una silla para mi. De momento me gustaría pensar en que pueda estar algunos años en este territorio, aportando lo que pienso que puedo aportar con la perspectiva de hacer dentro de diez años lo mismo en otro territorio para otra gente. Lo que pasa es que ahora me veo empujada a la compra de un edificio que pueda albergar muestro proyecto vital, lo que significa que a mis 46 años me tendré que hipotecar hasta la muerte. Claro, el banco no me creerá que soy un gato (además no lo soy, soy conejo) con siete vidas. A mi me da mucho reparo pensar que las circunstancias me obliguen a poner ya una meta a mi camino. Sé que suena dramático, exagerado, pero las casa que he visto en los últimos dos años valen en torno a los 100.000 euros, acaban de ofrecernos una de 120 metros cuadrados a reformar por 132.000 euros…… No sé si me llegará mi vida para pagarla. Y lo peor: a mí en particular no me hace ilusión tener mi propia casa, ni una casa para mí. Me gustaría y necesito un espacio donde poder estar el tiempo que sea beneficioso, para mí y para el territorio, que esté. No sé si dos, cinco o veinte años……

Y la última reflexión: Creo que hay medidas que se deben tomar en otras esferas, no sé si estatales o regionales, si no queremos que estos territorios se estanquen: son medidas dirigidas a crear una circulación de existencias, y me refiero a casa, tierras, trabajos….. Mientras, por ejemplo, se permite que las casa se abandonen y se dejen caer sin „castigo“, se seguirá haciendo. Mientras el patrimonio heredado que no les ha costado a sus dueños no les cuesta nada, ni se les obliga a utilizarlo razonablemente o mantenerlo en unas condiciones adecuadas a lo que son, una vivienda como una vivienda, mal andamos. Mientras las trabas administrativas para los ayuntamientos son los que son y los intereses políticos se anteponen al interés por el bien del territorio y de su gente, no ganaremos, y mientras no se facilita a los pequeños emprendedores que emprendan, que prueben, que intenten sin que se tengan que convertir en héroes, en mártires o en kamikazes, no avanzaremos. Es decir, mientras no hay voluntad dentro del cuerpo social actualmente predominante, no cambiara nada.

Cierro el bucle: si detectamos que no hay voluntad en el cuerpo social actualmente predominante, que nos ha hecho definirnos como „actualmente asociales“, quizá tenemos que dejar de pensar en subvenciones, ayudas y programas de…. y emprender una JOINT VENTURE RURAL.

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3 Antworten zu de nichos, aventuras y …

  1. Me encanta la reflexión Andréa, que parece que sale de tus entrañas según te viene. Gracias.

    Me gusto mucho que propusieras lo del banco del tiempo. No se si estamos preparados como grupos humanos para llevarlo a termino o hay que simplificar o que. Me gustaría aprender juntos y ver como se puede realizar.

    Yo llevo una linea de formación en base a pequeñas Redes Sociales Virtuales. Estoy enfocado en esto, ya que sería clave para el banco del tiempo o para dinamizar grupos humanos en base a objetivos concretos. Es ruraLab y es algo más, que me impulsa desde que nací … es en realidad mi propio proyecto vital.

    Me encanta la idea de Joint Venture, y algo así es lo que me inspira hacer. Casi fuera de nuestras asociaciones, generando lazos sociales nuevos y flexibles, aunando lo presencial (para los momentos más sociales y necesitados de la emoción del encuentro), y lo virtual (para compartir de otra forma más libre del tiempo y el espacio, más escondidos, y con nuevas flexibilidades).

    Vayamos por donde vayamos, cuento con tu energía para estos viajes. Y tu puedes contar conmigo. Un abrazo.

  2. Carzum sagt:

    Hola Andrea, como comenté en el blog de Jorge, plenamente de acuerdo con lo que escribes y, creo, que hemos dado el primer paso, ahora sólo nos queda seguir caminando y aportar todos nuestro granito de arena. Gracias por compartir tus reflexiones 😉

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