ernst paul milde

Wie kompliziert unsere Beziehung war, weiss nur noch ich, nachdem du nicht mehr da bist. Was wir uns alles an den Kopf geworfen haben, ich vielleicht mehr als du. Deine Taktik war und bleibt das „einfach nicht mehr da sein“. Wie oft ich wütend auf dich war, weiss auch nur ich: schon  in meinen ersten Erinnerungen, wenn du zum Sport gingst, was nur für Jungs und Männer war, und ich im Sand spielend mich langweilte; wenn du im Urlaub in die Berge gingst und ich gelangweilt auf der Wiese spielte, denn Klettern auch nichts für Mädchen ist. Spielerische Langeweile. Langweilige Spiele. Heute baue ich Labyrinthe im Sand und auf den Wiesen. Die Zeiten ändern sich, die Perspektiven auch….

Aber es gibt Dinge, für die ich dir so unendlich dankbar bin, dass sie vieles von all dem aufwiegen. Ich hab es noch geschafft, es dir zu sagen, als wir uns das letzte Mal gesehen haben, wenn auch dein Gedächtnis nicht mehr in der Lage war, das Gesagte länger als ein paar Stunden aufzubewahren.

Ich erinnere mich an einen ganz bestimmten Tag, an dem ich, wie viele Kinder aus geschiedenen Ehen, bei dir zum Pflichtbesuch war. Alles war langweilig, ich fühlte mich fremd in dieser Wohnung, ungemütlich war es. Wir sassen an einem runden schweren Eichentisch, auf dem eine weisse Tischdecke mit Spitzenbesatz lag, Leinen, gestärkt, handgeklöppelte Spitze. Das weiss ich jetzt, damals war es mir egal. In der Mitte stand eine Vase, Bergkristall, schlank und hoch. Mit einem Blumenstrauss:  Glockenblumen, Tulpen….. Es war wohl um die Osterzeit und wir waren irgendwo zu Besuch??? Nun, ich hatte einen Zeichenblock und Buntstifte, die gehörten zu meinen unzertrennlichen Reisegefährten, wo immer es auch hingehen sollte. Aber ihre Anwendung beschränkte sich eher auf Farbspiele, Formen die eine Farbe von der anderen abgrenzten.

Nach einer Weile nahmst du einen Stift und fingst an, den Blumenstrauss zu malen. Ich war wie verzaubert. Habe dir dabei zugesehen wie du langsam und fast zärtlich ein Blatt nach dem anderen abgebildet hast. Erst mit dahingehauchten Strichen, etwas fahrig vielleicht, etwas unsicher, suchend, dann immer entschiedener, bis alle Blumen da waren. Für mich war es wie Zauberei, als wenn du ein Kaninchen aus den Hut geholt hättest.

Ist mir dieses Bild deshalb so vertraut geblieben, weil es jedesmal vor mir auftaucht, wenn ich zum Bleistift greife und zärtlich einen Stein, ein Haus, einen Körper male, erst etwas fahrig, suchend, dann immer entschiedener…. ?

In deinen letzten Jahren hast du mit Öl gemalt, ich hab deine Bilder verwahrt, nicht alle, weil ich nicht alle gesehen habe. Aber einige von ihnen werden bei mir bleiben. Zeichnungen habe ich keine gefunden. Schade.

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Después de haberte ido tú, sólo yo sé lo complicada que era nuestra relación. Lo que nos hemos insultado, enfadado, discutido y reprochado, yo más que tú. Tu táctica era y sigue siendo la de „ya no estoy“. Las veces que sentí rabia, auténtica rabia, ya desde mis recuerdos a aquellos días cunado te fuiste a hacer uno de los muchos deportes que te gustaban y yo tenía que quedarme jugando aburrida en la arena, porque era cosa de chicos y hombres; las veces que te fuiste pronto por la mañana con aroma a aventura a la montaña y yo tenía que quedarme aburrida jugando en la pradera porque escalar no era cosa de chicas. Aburrimiento juguetón, juegos aburridos. Hoy construyo laberintos en arenas y praderas…. Los tiempos cambian y las perspectivas también.

Pero hay cosas por las que te quedo eternamente agradecida, tanto que compensa mucho de lo demás. He podido decírtelo la última vez que nos vimos, aunque tu memoria ya había perdido la capacidad de retener lo dicho más allá de unas pocas horas.

Recuerdo un día concreto, en el que me tocó, como a muchos niños de matrimonios separados, hacerte la visita obligatoria. Todo resultó aburrido, me sentí incómoda, extraña en este piso, en tu compañía. Estuvimos sentados en una mesa redonda, grande, pesada, de madera de roble, cubierta con un mantel blanco con puntillas; lino, almidonado, con encaje artesanal. Lo sé hoy, en aquél entonces ni le presté atención. En el centro de la mesa había un florero, delgado, alto, de cristal de roca. Con un ramo de flores: narcisos, tulipanes…. Supongo que era por Semana Santa ¿Quizá estuvimos de visita en alguna casa??? Yo tenía mi bloc de dibujo y mis lápices de color, fiel compañeros de viaje ahí donde me iba. Pero los utilizaba sobre todo para juegos de color, formas que limitaban un color del otro.

Después de un rato cogiste un lápiz y te pusiste a dibujar aquél ramo. Para mi era algo mágico. Me quedé encantada. Observándote como despacio comenzaste a plasmar delicadamente las flores en el papel, primero con trazos sutiles, quizá un poco errático, un poco inseguro, buscando, después cada vez más decidido, hasta que todas y cada una de las flores estaban ahí. Era magia pura, como si hubieras sacado un conejo del sombrero de copa.

¿Acaso se me ha quedado esta imagen tan familiar, tan íntima, porque surge cada vez que cojo un lápiz y dibujo una piedra, un paisaje, un cuerpo, primero errática, buscando luego cada vez más decidida…. ?

En los últimos años de tu vida pintaste con óleo, he guardado tus cuadros. No todos porque no los he visto todos. Pero algunos me acompañarán aunque no sean capaces de despertar la misma magia. Dibujos no he encontrado ninguno. Lástima.

Hoy ha sido día del padre

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3 Antworten zu ernst paul milde

  1. ingrid sagt:

    Por qué dos comentarios? uno para tu padre y otro para el mío.
    me olvidaba decirte: parece la pintura de un niño. Bella e ingenua.

  2. ingrid sagt:

    Padres, padres y padres. Todos distintos. Todos ¿iguales?. Saben hacer magia. Y eso es lo que una recuerda de ellos. La magia. Después, se encuentra a una misma haciendo lo mismo. Magia. ¿genes? No creo. Deseo de continuar algo que ya no está.
    Un abrazo fuert

  3. ingrid sagt:

    Padres, padres y padres. Todos distintos. Todos ¿iguales?. Saben hacer magia. Y eso es lo que una recuerda de ellos. La magia. Después, se encuentra a una misma haciendo lo mismo. Magia. ¿genes? No creo. Deseo de continuar algo que ya no está.
    Un abrazo fuerte

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